Por Soraya Rodríguez Ramos

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La Europa que no amaba a las mujeres: la directiva contra la violencia de género, más lejos hoy que nunca

El Consejo de la Unión Europea mantiene una posición retrógrada, caracterizada por una falta clara de compromiso y voluntad política para sacar adelante esta importante iniciativa.

Tras casi dos años desde su presentación, la aprobación de la primera directiva europea para combatir la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica está hoy más lejos que nunca. El Consejo de la Unión Europea mantiene una posición retrógrada, caracterizada por una falta clara de compromiso y voluntad política para sacar adelante esta importante iniciativa. Y el reloj corre en nuestra contra porque se necesita un acuerdo político para finales de enero.

Es sorprendente, porque el 8 de marzo de 2022, cuando la Comisión Europea presentó la propuesta de la primera Directiva sobre la lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica, existía un consenso generalizado de que, aunque demasiado tarde, la Unión Europea cumplía con una deuda pendiente inexplicable: legislar en la lucha contra la violencia de género. Estamos hablando de una legislación que cambiará la vida de al menos 250 millones de mujeres y niñas europeas, alrededor de la mitad de la población de la Unión, asegurando estándares comunes de protección, prevención y criminalización de las diferentes formas de violencia de género. Y es que, a día de hoy, la Unión Europea no cuenta con un marco común en esta materia, pese a que solo en el espacio comunitario al menos 50 mujeres a la semana son asesinadas, víctimas de la violencia machista criminal.

Con esta propuesta, Úrsula Von der Leyen cumplía con el compromiso adquirido ante el Parlamento Europeo durante su toma de posesión como Presidenta de la Comisión. En su discurso, Von der Leyen prometió incluir la violencia de género como eurodelito, dentro del artículo 83 del Tratado de funcionamiento de la Unión Europea, junto al terrorismo, la trata de seres humanos, la corrupción o el tráfico de armas o drogas.

Este cambio era uno de los requisitos para dotarnos de una base jurídica sólida a la hora de legislar y poder así criminalizar diferentes formas de violencia de género a nivel europeo. Una iniciativa esencial que ha sido incumplida, ya que requiere la unanimidad del Consejo para cualquier modificación de los Tratados. Lamentablemente existe una resistencia y una respuesta negativa de un número muy importante de Estados miembros para iniciar este procedimiento.

Von der Leyen prometió incluir la violencia de género como eurodelito, dentro del artículo 83 del Tratado de funcionamiento de la Unión Europea, junto al terrorismo, la trata de seres humanos, la corrupción o el tráfico de armas o drogas.

Sin embargo, la Comisión entendió que esta negativa del Consejo a incluir la violencia de género como eurocrimen no debía impedirnos legislar a nivel europeo y que existía base jurídica suficiente para criminalizar en esta directiva al menos algunas formas de violencia de género, donde existían claras lagunas entre países, utilizando una interpretación amplia de los eurodelitos existentes en la actual redacción del artículo 83.

La propuesta de la Comisión se sustentó sobre la base jurídica de los eurodelitos de la explotación sexual de mujeres y niñas y de la delincuencia informática y, con ello, dio un salto cualitativo en la creación de estándares mínimos comunes, proponiendo la criminalización de seis delitos: la violación, la mutilación genital femenina, la difusión no consentida de material íntimo o manipulado, el ciberacecho, el ciberacoso, y la incitación a la violencia o al odio por medios cibernético. Esta directiva podrá ser la primera legislación que aborde las formas online de violencia de género, ya que el Convenio de Estambul no toca este ámbito cada vez más común de la violencia contra las mujeres y niñas. 

El Parlamento Europeo acogió de manera positiva la propuesta de la Comisión, apoyando la criminalización de estas formas de violencia contra las mujeres, y añadiendo, además la agresión sexual, la mutilación genital de personas intersexuales, la esterilización forzada, el matrimonio forzado y los delitos relacionados con el acoso sexual en el trabajo. En su posición, mejoró también algunos elementos de la propuesta en materia de prevención y protección de las víctimas, proponiendo, entre otras medidas, la creación de tribunales y fiscales especializados en violencia de género, el acceso a asistencia jurídica gratuita, la utilización del control telemático para las medidas de alejamiento, el acceso al aborto legal y seguro para víctimas de violencia sexual, y el apoyo a las asociaciones de mujeres que trabajan con víctimas de violencia de género. 

Por su parte, el Consejo en su posición diluyó algunas de las disposiciones relacionadas con la mutilación genital femenina, las seis formas de ciberviolencia de género presentadas por la Comisión y se negó a discutir en primera instancia el crimen de la violación. Añadieron además que muchas de las disposiciones de protección y prevención presentadas tendrían que ser en línea con sus legislaciones nacionales, limitando de manera clara el valor añadido de una norma a escala europea. 

Una vez aprobadas las posiciones del Parlamento Europeo y del Consejo, iniciamos negociaciones de trílogos entre el Parlamento Europeo, el Consejo y la Comisión Europea el pasado mes de julio. Sabíamos que no serían fáciles pero lo que no imaginábamos es que serían tan complicadas. 


Desde el inicio de las mismas se manifestó una falta de voluntad política de los Estados miembros de avanzar en la puesta en marcha de disposiciones clave para proteger a las mujeres y prevenir la violencia de género, algo que exigiría cambios en sus legislaciones nacionales. El Consejo se ha mostrado en contra de fomentar la formación de jueces, la gratuidad de la asistencia jurídica para las víctimas de violencia de género o la utilización del monitoreo electrónico cuando sabemos que son buenas prácticas, como hemos visto en España. Tampoco quieren mejorar el artículo sobre recolección de datos, cuando ha quedado patente que es uno de los principales obstáculos para tener una visión real y de conjunto de la violencia de género a escala de la Unión Europea; ni poner más el foco en la necesidad de una educación sexual y afectiva desde una edad temprana. En materia de asistencia y protección, no quieren garantizar sin ninguna condicionalidad que se consideren como víctimas a los hijos de mujeres que han sufrido violencia de género, y su falta de compromiso para asegurar la disponibilidad de refugios para mujeres víctimas y sus hijos y mejorar la protección y seguridad jurídica de los huérfanos de violencia de género es lamentable.

¿Pueden el Presidente Macron y el Canciller Scholz esconderse en argumentos jurídicos y alinearse con gobiernos tan reaccionarios contra los derechos de las mujeres como el de Orbán y países que no han ratificado el Convenio de Estambul, como Eslovaquia o República Checa?

Tras meses de negociaciones, las posiciones del Parlamento Europeo y Consejo siguen muy alejadas en estos puntos, pero sin duda el punto de mayor fricción y que el Parlamento Europeo considera una línea roja es la negativa de algunos Estados miembros de incluir en esta directiva el delito de la violación basado en la falta de consentimiento. La deficiencia de la base jurídica es el argumento en el que un grupo de 9 países –Bulgaria, Republica Checa, Estonia, Alemania, Francia, Hungría, Malta, Holanda, y Eslovaquia– se están escudando para justificar no apoyar su inclusión. Hay también cinco países indecisos: Irlanda, Letonia, Polonia (aunque la primera Ministra de Igualdad que tendrá el país gracias al gobierno de Donald Tusk ya ha dicho que apoyarán su inclusión), Portugal y Rumanía. Y, finalmente, uno que no forma parte de la directiva, Dinamarca. Sin embargo, por otra parte, hay doce Estados Miembros -Austria, Bélgica, Grecia, España, Croacia, Chipre, Italia, Lituania, Luxemburgo, Suecia, Eslovenia, y Finlandia- que ya han apoyado de manera pública la incorporación de la violación en la directiva. 

Esto demuestra que nos encontramos ante una decisión política a la hora de interpretar la base legal. Además, la misma base legal de esta directiva se utilizó para criminalizar actividades sexuales no consentidas con niños, y en esa negociación no hubo ninguna oposición. ¿Pueden el Presidente Macron y el Canciller Scholz esconderse en argumentos jurídicos y alinearse con gobiernos tan reaccionarios contra los derechos de las mujeres como el de Orbán y países que no han ratificado el Convenio de Estambul, como Eslovaquia o República Checa? La realidad es que no modificar su posición mostraría su total desconexión de la realidad, cuando en la Unión Europea una de cada veinte mujeres es víctima de violación. Es incomprensible además que se nieguen a aceptar el crimen de violación con la misma definición que del Convenio de Estambul, como se ha llegado a ofrecer durante las negociaciones. Sería entendible para países que no han ratificado este instrumento jurídico internacional pero inexplicable por parte de países que sí lo han hecho y tienen un compromiso en la lucha contra la violencia de género. 

Posición de los Estados miembros sobre la inclusión del delito de violación en la Directiva relativa a la lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica
Estado miembroPosición
AustriaA favor
BélgicaA favor
ChipreA favor
CroaciaA favor
EsloveniaA favor
EspañaA favor
FinlandiaA favor
GreciaA favor
ItaliaA favor
LituaniaA favor
LuxemburgoA favor
SueciaA favor
AlemaniaEn contra
BulgariaEn contra
EslovaquiaEn contra
EstoniaEn contra
FranciaEn contra
HolandaEn contra
HungríaEn contra
MaltaEn contra
Republica ChecaEn contra
IrlandaIndeciso
LetoniaIndeciso
PoloniaIndeciso
DinamarcaNo forma parte
Fuente: Elaboración propia

La frustración de todas las negociadoras del Parlamento Europeo es total. Y digo negociadoras porque las responsables de este dossier en todos los grupos políticos somos mujeres. Mujeres que hemos mostrado una gran cohesión, que quedó patente una vez más durante el pasado pleno de diciembre, cuando dimos una rueda de prensa mostrando la unión de todo el arco parlamentario, desde el Partido Popular Europeo hasta el grupo de la Izquierda (quedando solo fuera la extrema derecha) y manifestando nuestra decepción con el avance de las negociaciones. Fuimos contundentes y duras ante la posición de Francia y Alemania, alineados en su postura sobre las agresiones sexuales con los países que no han ratificado el Convenio de Estambul, y también mostramos nuestra decepción con el liderazgo político de la Presidencia Española en estos meses. 

Los Estados miembros deben saber que una directiva sin violación, sin cambios sustanciales en las legislaciones nacionales, es inaceptable.

Todas esperábamos más de la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea y de su capacidad de negociación en un ámbito donde España es referencia a nivel europeo. Los Ministerios de Justicia e Igualdad han estado representados de manera intermitente al nivel más bajo en las negociaciones políticas, dando la sensación de una falta de priorización de este expediente. No llegar un acuerdo durante la presidencia es una clara derrota política. Las posibilidades de llegar a un acuerdo bajo la próxima presidencia belga son muy escasas. 

Desde el Parlamento Europeo, nos seguiremos negando a tolerar cualquier violación de la autonomía y la dignidad de las mujeres. Nuestra posición es clara: los Estados miembros deben saber que una directiva sin violación, sin cambios sustanciales en las legislaciones nacionales, es inaceptable. Después de exigir durante tantos años una norma europea sobre violencia de género no estamos dispuestas a aceptar una directiva vacía de contenido. Sería una traición a las mujeres y, sobre todo, a las víctimas. Y nosotras no vamos a participar en ella.

Para ver el análisis de la base legal para la inclusión de la violación del equipo de las co-ponentes del Parlamento Europeo, las diputadas Frances Fitzgerald y Evin Incir, haz click aquí.


Artículo original: La primera directiva europea contra la violencia de género, más lejos hoy que nunca aparecido en El Demócrata (28/12/2023). 

Soraya Rodríguez Ramos

Mujeres al frente es un espacio de reflexión dirigido por la política y abogada española Soraya Rodríguez Ramos. Desde 2019, es diputada del Parlamento Europeo en la delegación del partido Ciudadanos. Desde su escaño de eurodiputada, desarrolla un intenso trabajo como Portavoz de Derechos Humanos del grupo Renew Europe, así como por la defensa de la igualdad y derechos de las mujeres como titular de la Comisión de Igualdad, y miembro de la Comisión de Medio Ambiente, por su compromiso con el cuidado del planeta y la justicia climática.