Por Soraya Rodríguez Ramos

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40 años de epidemia: avanzar en positivo en la lucha contra el VIH/Sida

La pandemia del coronavirus ha agravado la situación de millones de personas que viven con sida y ha puesto en serio riesgo la consecución del objetivo de la Agenda 2030 de Naciones Unidas de acabar con el sida como amenaza para la salud pública para 2030. Sin embargo, al mismo tiempo, la crisis del COVID-19 puede suponer una oportunidad para el cambio de paradigma necesario en la lucha contra el VIH/Sida.

Cuarenta años después, la epidemia del sida sigue siendo una crisis global. Según el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA), desde el inicio de la epidemia en 1981, más de 79 millones de personas se han infectado y unas 36 millones han muerto por causas relacionadas con el sida. Más de 37,7 millones de personas conviven, hoy, con el VIH. La mayoría de ellas en países empobrecidos. Solo en 2019, 1,7 millones de personas contrajeron el VIH y casi 700.000 fallecieron por causas relacionadas con el sida. Estas cifras pueden ser notablemente superiores, ya que se estima que en torno a un 15-20% de personas con VIH desconocen que conviven con él.

Hoy sabemos que el acceso a la atención sanitaria y a los tratamientos antirretrovirales contra el VIH reducen significativamente el riesgo de trasmisión y han proporcionado a las personas con VIH una esperanza y una calidad de vida muy alta. Sin embargo, las limitaciones de acceso a los servicios sanitarios y los costes de los tratamientos hacen que casi el 50% de la población que vive con el VIH no tenga acceso a los tratamientos que salvan vidas y frenan la epidemia. 

El VIH/Sida afecta hoy en día especialmente a las mujeres

Desde la perspectiva de género, a pesar de que la relación varón/mujer es de 4 a 1, el VIH/Sida afecta hoy en día especialmente a las mujeres. Se estima, que, en el mundo, cada semana, alrededor de 5.000 mujeres jóvenes de entre 15 y 24 años contraen la infección por el VIH. El acceso desigual a la educación y a los servicios de salud sexual y derechos reproductivos, así como la violencia sexual y de género, aumentan la vulnerabilidad de las mujeres y las niñas al VIH. Así, las enfermedades relacionadas con el sida son una de las principales causas de muerte entre las mujeres en edad reproductiva a escala mundial. En África subsahariana, seis de cada siete nuevas infecciones en adolescentes de entre 15 y 19 años afectan a niñas y las mujeres jóvenes tienen el doble de probabilidades de vivir con el VIH que los hombres. 

Esta dramática realidad está íntimamente relacionada con la desigualdad de género y las múltiples violencias que sufren las mujeres y las niñas alrededor del mundo. Las cifras son aterradoras: más de un tercio de las mujeres de todo el mundo ha sufrido violencia física o sexual dentro de la pareja o violencia sexual fuera de la pareja en algún momento de su vida, lo que aumenta 1,5 veces la probabilidad de contraer la infección por el VIH. A nivel mundial, las trabajadoras sexuales tienen una probabilidad aproximadamente 14 veces mayor de resultar infectadas.

Esta situación está viéndose agravada por la pandemia de la COVID-19, que está teniendo nefastas consecuencias en las personas que viven con el VIH. Estas personas sufren cuadros más graves y tienen mayores posibilidades de morir por COVID-19. Algo tan fundamental como el diagnóstico y la prevención del VIH han retrocedido por primera vez en el mundo como consecuencia de la COVID-19. Durante el primer año de la pandemia, 40 países sufrieron un descenso de las pruebas de detección del VIH, vitales para prevenir el avance del virus. El cierre de escuelas y hospitales también provocó una reducción de los programas de prevención, lo que influyó en que los programas de prevención llegaran a un 11% menos de personas.

La repuesta al COVID-19 y la lucha contra el VIH/Sida tienen en común un factor multiplicador: la desigualdad

El impacto de la COVID-19 y la vacunación global como del VIH tienen en común un factor multiplicador: la desigualdad. La prolongación de la pandemia de COVID-19 está agravando y prolongando las desigualdades que durante tanto tiempo ha provocado la epidemia de VIH. A mediados de 2021, la mayoría de las personas que vivían con el VIH no tenían acceso a las vacunas contra la COVID-19. A nivel global, los países de rentas altas tienen ya a más del 70% de su población vacunada con la pauta completa mientras que, en continentes, como África, ese porcentaje llega solo al 11%.

No debemos olvidar que la desigualdad en la vacunación contra la COVID-19 a nivel global es la fotografía de nuestro fracaso. Cuando la renta condiciona el nivel de vacunación queda patente que la vacuna no es un bien global y que hemos fallado en cumplir nuestros compromisos.

¿Qué debe hacer la comunidad internacional y la Unión Europea, contra la COVID-19 y el VIH?

Para acabar en 2030 con el VIH, como recogen los objetivos de Naciones Unidas, la comunidad internacional, incluida la Unión Europea, debe tomar medidas urgentes. En este sentido, la COVID-19 puede suponer una oportunidad. Por un lado, por el potencial que la tecnología de vacunas de ARN-mensajero podría tener frente al VIH. Por otro, el cambio de paradigma a la hora de abordar la salud como una cuestión global que nos interpela a todos y a todas. 

Nuestra respuesta a la COVID-19 debe incluir y considerar las lecciones aprendidas de la lucha contra el VIH. Proteger los derechos humanos, implicar a las comunidades locales en la respuesta, asignar de manera equitativa los recursos limitados y los nuevos instrumentos para no dejar a nadie atrás y luchar contra la estigmatización y la discriminación y contra las barreras de género en el ámbito de la salud son algunas de ellas.

La COVID-19 nos ofrece una oportunidad de aprender de nuestros errores, movilizarnos a nivel global e invertir para realmente terminar con las desigualdades que, en muchos casos, prolongan e intensifican situaciones como en la pandemia de la COVID-19 o la epidemia del SIDA. El desafío es mayúsculo, no hay tiempo que perder. 

El papel crítico de los parlamentarios para poner fin a las desigualdades para acabar con el sida, detener el COVID-19 y prepararse para futuras pandemias

Intervención de Soraya Rodríguez, Presidenta de la Delegación del Parlamento Europeo para las Relaciones con el Parlamento Panafricano, en el Evento parlamentario paralelo antes de la Cumbre de la Unión Europea – Unión Africana organizado por ONUSIDA.

Soraya Rodríguez Ramos

Mujeres al frente es un espacio de reflexión dirigido por la política y abogada española Soraya Rodríguez Ramos. Desde 2019, es diputada del Parlamento Europeo en la delegación del partido Ciudadanos. Desde su escaño de eurodiputada, desarrolla un intenso trabajo como Portavoz de Derechos Humanos del grupo Renew Europe, así como por la defensa de la igualdad y derechos de las mujeres como titular de la Comisión de Igualdad, y miembro de la Comisión de Medio Ambiente, por su compromiso con el cuidado del planeta y la justicia climática.